Estabamos en el centro de la ciudad capital de Lima, volviendo de una reunión y subimos a un bus con mi esposo, y este era conducido por un conductor y cobrador, quien nos dio una lección de disciplina a todos los pasajeros.
Durante el trayecto nunca levantó la voz, tampoco fue necesario gritar para subir y para bajar a los pasajeros, debido a que él solo se estacionaba en cada paradero y quien iba bajar se acomodaba y caminaba lentamente hacia la puerta, y el conductor cuando llegaba al paradero se detenía de inmediato.
Del mismo modo nunca le preocupó si algún otro bus de la misma línea lo pasaba y mucho más se preocupó en tener que cobrar, ya que automáticamente todos los pasajeros le pagaban.
Nunca se escuchó “Vayan que al fondo hay espacio” ó tambien gritar en los paraderos, o el famoso “baja, baja o sube sube”.
Del mismo modo en ningún momento se escuchó una grosería o palabra de tono fuerte.
Daba la impresión de que en el bus todos habíamos sido entrenados por la misma persona, pues todos sin excepción estuvimos tranquilos, educados, ordenados y muy comportados.
Eso me hizo pensar varias cosas; que cuando hay un buen líder aun sin conocerlo, un grupo tiene el control de sus emociones y los que lo siguen lo único que hacen es imitarlo.
Que a veces no se necesita hablar tanto para que nos podamos entender. Y cualquier persona puede ejercer un buen liderazgo y tambien todos encontramos el camino con un buen líder.
Y por último, si es posible la educación de cualquier persona incluso de un conductor de autobús, quien nos dio una lección de respeto y buenos modales.