Esa foto corresponde a una época en mi anterior trabajo, en que mi conciencia me gritaba “No son ellos, eres tú” y aun cuando me ven alegre, se dibujaba una incomodidad y un fastidio en algún lugar de mi mente.
Aunque hacía me mejor esfuerzo tratando de acabar con la guerra que se había generado en mi mundo, me era imposible ya manejarlo. En ese momento me encontraba enferma, a causa de una neumonía, había engordado producto de los corticoides, por que me diagnosticaron asma y mi vida estaba quebrada.
Así mismo había perdido la iniciativa, la motivación y creía que mis compañeros de trabajo no me querían y en ese momento mi vida se encontraba sin salida.
Entonces, esa simple frase me ayudó a tomar responsabilidad de mis acciones, porque mientras no asumiera esa idea, mi vida seguía en su desorden, ya que era muy fácil escudarse y zafarse.
Como consecuencia de ello, mi vida empezó a sanar; me alejó del caos, y me ayudó a salir de mi oscuridad, me permitió además observar mi interior y encontrar respuestas más objetivas y saludables a mi comportamiento.
Probablemente esta decisión me costó mucho, pero el tiempo fue mi mejor aliado y me dio el suficiente valor de proteger mi vida y mi salud, puesto que estaba enferma en todas las esferas de mi vida.
Otro podría haber sido el final de no haber sido responsable por los daños a causa de mi comportamiento; tampoco ningún soporte espiritual que aplicara haría un milagro conmigo.
Finalmente, echar la culpa a otros de cualquier situación alrededor de nuestra vida, no nos trae ninguna utilidad, tampoco nos permite crecer, mejorar en nuestras relaciones sociales y tampoco vivir en armonía.