Cuando mi hermana enfermó en el 2014, y habíamos perdido todo lo material en Iquitos nuestra ciudad y a los pocos meses mi mamá falleció en un lugar no esperado; la primera reacción que tuve fue de una gran tristeza y de dolor, pero a diferencia de cuando perdí a mi papá; había aprendido a enfrentar el sufrimiento y dolor, más aún aceptarlo; y eso significaba entender esta sucesión de eventos, como hechos inevitables y cotidianos de la vida.
Empecé a darme cuenta que aún estábamos los demás y si un soldado había perecido en el campo de batalla, o se sacrificó para preservarnos la vida; aun los demás estábamos en pie y eso era motivo suficiente para sentirse agradado, además que ella era una mujer muy creyente que había apoyado su vida y se había preparado para partir adorando al señor.
Motivos suficientes para continuar la vida con alegría, pues estaba en el lugar que ella había construido y preparado con sus manos.
“En este tiempo estamos perdiendo muchas personas entre ellos muchos colegas de salud, hermanos de la misma causa: que prometimos hacer todo lo posible para preservar la vida de los demás aun a causa de exponer la nuestra y sí que duele mucho pues empieza a tocar nuestra sensibilidad, porque son seres cercanos; pero aun con el dolor tenemos que aceptar y abrazar esa decisión del señor“
Y no ganamos nada pensando en el supuesto “caos” de los medios de comunicación; si eres cristiano y amas a Jesús, no hay porque desesperarse con lo que está ocurriendo, vendrá o pasará; solo cierra tus ojos, respira y entrégale tu corazón, tus pensamientos y dile que pones tu vida a su servicio, confiando, aceptando todo lo que está pasando, y verás cómo sientes su presencia en tu vida; porque esto pasará y resucitaremos.