Para empezar, les cuento que ayer hablaba con una amiga que me decía “No puedo perdonar, mi cabeza no entiende el perdón”. Y es por esa razón se están destruyendo innecesariamente muchos matrimonios.
Para que un matrimonio sea duradero hay mucho trabajo detrás de cada historia, cada matrimonio guarda invaluablemente sus tropiezos y sus logros.
Cuando ocurre una situación difícil dentro del matrimonio hay varios caminos, reacciones, opiniones, consejos y algunos hasta callan su posición porque saben que serán juzgados por lo que dicen o por vergüenza.
“Sin duda estoy segura que entre mis contactos hubo infinitas mujeres y varones que perdonaron y perdonarían muchos errores y no porque no tengan dignidad sino porque hay un valor y un don mucho más grande que se llama AMOR y que va de la mano siempre con el PERDÓN.
Por esa razón David y yo decidimos por ser vulnerables juzgarnos con la justicia divina, porque la justicia humana es implacable y feroz y si hubiera sido así quizá estuviéramos separados, pero nos amamos tanto y no queremos que la voluntad humana domine nuestras vidas pues difícilmente da segundas oportunidades.
En resumen, preferiría quedar mal ante todos por perdonar, a tener que compartir mi vida cada cierto tiempo con un nuevo aroma, una nueva familia, una nueva vida; los que creemos en la vida cristiana vemos este hecho desde otra perspectiva.
“Finalmente, a toda mujer que vive una situación así, mis respetos, mi solidaridad y también les digo piensen, evalúen, y traten con inteligencia emocional una decisión de esta naturaleza y tampoco sientan vergüenza, si deciden perdonar. maravilloso.